Un caso que sacude a la Premier: positivo confirmado y un futuro en el aire
Podría ser el primer futbolista de la Premier League en dos décadas sancionado por una sustancia para mejorar el rendimiento. El caso es ya oficial: la Asociación Inglesa de Fútbol (FA) ha acusado a Mykhailo Mudryk de infringir las normas antidopaje por presencia y uso de meldonium, tras confirmarse el positivo de la muestra B. El extremo ucraniano de 24 años está suspendido de forma provisional desde diciembre de 2024 y no ha vuelto a jugar desde el 2-0 del Chelsea al Heidenheim en la Conference League a finales de noviembre, noche en la que marcó su último gol antes del parón forzoso.
La FA, en un escueto comunicado, citó los Reglamentos 3 y 4 de su normativa antidopaje, que se refieren a la presencia y al uso de sustancias prohibidas. Es la vía formal antes de un proceso disciplinario que puede desembocar en una sanción de hasta cuatro años. La federación no dará más detalles hasta que se celebre la vista, siguiendo el protocolo de confidencialidad.
El positivo corresponde a meldonium, un fármaco para problemas cardiacos que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) incluyó en la lista de sustancias prohibidas en 2016 porque puede mejorar la resistencia y la recuperación al modular el metabolismo de ácidos grasos. Este compuesto, conocido en Europa del Este por su nombre comercial original, ha estado en el centro de varios casos sonados en la última década, lo que llevó a la AMA a fijar criterios estrictos de detección.
Fuentes consultadas por distintos medios apuntan a que la administración de la sustancia se habría producido fuera del Reino Unido y cuando el jugador no estaba bajo disciplina del Chelsea. En noviembre, el internacional ucraniano estuvo con su selección para los partidos ante Albania y Georgia, poco antes de que saltara la alarma con la muestra A.
El calendario del caso ha sido inusual por el tiempo de espera entre resultados. Tras la primera notificación, pasaron cerca de seis meses hasta la confirmación del B, algo que en el ecosistema antidopaje se explica por la disponibilidad de laboratorio, la necesidad de repetir análisis o la complejidad de verificación cuando se trata de sustancias con ventanas de detección sensibles. La confirmación del B activó el paso siguiente: la acusación formal de la FA.
Mudryk ha sostenido desde el primer día que no tomó nada prohibido de forma consciente. Dijo sentirse “en shock” cuando le comunicaron la suspensión provisional y aseguró que trabajaba con su equipo para entender qué había pasado. Desde entonces no ha entrenado en Cobham ni ha participado en actividad alguna del club. Enzo Maresca, su entrenador, llegó a hablar de una “enfermedad” a principios de diciembre, antes de que el caso se hiciera público.
El Chelsea, que pagó 62 millones de libras fijos al Shakhtar Donetsk y firmó al extremo hasta 2031, declinó comentar la acusación más allá de recordar que el procedimiento está en curso. En lo deportivo, el club pierde velocidad, desborde y profundidad por banda. En lo económico, queda el interrogante sobre cómo afectaría una sanción larga a un activo amortizado a largo plazo, y qué margen ofrecen las cláusulas disciplinarias habituales en los contratos.
En lo legal, el entorno del jugador ha recurrido a un bufete con experiencia en casos de alto perfil: el mismo que representó a Paul Pogba. El francés recibió de inicio cuatro años de sanción por dopaje en 2023, pero el castigo se redujo a 18 meses en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) tras la apelación, un precedente que el equipo de Mudryk mira con lupa.

Qué se sabe, qué se juzga y qué puede pasar
El procedimiento parte de una base clara: el dopaje en fútbol se rige por el Código Mundial Antidopaje, adaptado a las reglas de la FA. Rige el principio de responsabilidad objetiva: si en la muestra del deportista aparece una sustancia prohibida, hay una infracción salvo que se demuestre una exención terapéutica vigente o que el positivo derive de un factor que permita una reducción significativa de la sanción (contaminación, ausencia de intención, diligencia razonable).
¿Qué se juzga ahora? Dos cosas: la presencia de meldonium y su uso. La presencia ya está confirmada por el B; la clave es si hubo intención de mejorar el rendimiento o si existen circunstancias atenuantes. El rango de sanción suele moverse entre dos y cuatro años: cuatro si hay intención, dos si el jugador prueba que no la hubo, con posibles reducciones adicionales si demuestra no tener culpa o tener culpa no significativa.
En la práctica, las defensas en casos de meldonium se centran en tres líneas: demostrar una prescripción médica previa a la prohibición (no encajaría aquí por fechas), probar contaminación de suplementos o alimentos, o acreditar una ingesta no intencional con evidencia documental sólida (facturas, análisis de lotes, historial médico, declaraciones de terceros). Sin trazabilidad, es difícil rebajar el castigo.
El hecho de que la sustancia se administrara fuera del Reino Unido no cambia la esencia legal: la normativa antidopaje es global y las sanciones tienen alcance mundial. Si el comité independiente de la FA impone una suspensión, esta se extiende a cualquier federación adscrita a la FIFA. Durante el periodo, el jugador no puede disputar partidos oficiales ni entrenar con el primer equipo bajo supervisión técnica, salvo excepciones muy tasadas en fases finales para reintegración.
¿Cómo será el camino procesal? Normalmente, la FA formula los cargos, el jugador presenta sus alegaciones y pruebas, y después se celebra una vista ante un panel independiente. La decisión se puede recurrir ante un tribunal de apelación nacional y, en último término, ante el TAS. Los plazos varían: con casos complejos, la resolución puede tardar meses.
El meldonium tiene su propia historia en el deporte. Se diseñó para tratar angina de pecho y mejorar el flujo sanguíneo. En 2016 entró en la lista de prohibidas por su potencial para aumentar la capacidad de trabajo del corazón y la resistencia en esfuerzos prolongados. Hubo un periodo de transición con umbrales de concentración por posibles restos de ingestas anteriores a la prohibición, pero ese marco ya no aplica. Hoy, su hallazgo en orina o sangre es, salvo excepción, infracción.
El fútbol no es ajeno a estas batallas, aunque la tasa de positivos es baja comparada con otros deportes. Parte de la explicación está en la naturaleza de la disciplina y en los controles dirigidos. Otra, en que muchos clubes han profesionalizado protocolos de suplementos, con trazabilidad de lotes y proveedores auditados. Aun así, los riesgos de contaminación existen, sobre todo cuando los jugadores salen de su ecosistema médico habitual.
El impacto para el Chelsea no es menor. Tácticamente, Mudryk aporta ruptura, juego al espacio y amenaza en transiciones. Su ausencia obliga a redistribuir roles y minutos en la banda izquierda, y altera planes de rotación en un calendario denso. Contractualmente, los clubes suelen incluir cláusulas disciplinarias por dopaje que permiten sanciones internas o incluso rescisión en casos graves. El precedente más citado en Stamford Bridge es el de Adrian Mutu, aunque las circunstancias y la sustancia eran distintas, y la jurisprudencia posterior es compleja.
Para Ucrania, la incertidumbre es doble. Mudryk es un titular habitual y la selección pierde desequilibrio en eliminatorias y torneos. Además, la sombra del caso condiciona convocatorias y planificación técnica. Si la sanción fuera larga, el seleccionador tendría que reconstruir la banda y el vestuario asumiría un golpe anímico.
¿Qué escenarios se abren? Estos son los más probables, de mayor a menor castigo:
- Cuatro años: el panel aprecia intención o no encuentra base para reducir. Sería el escenario más duro y le sacaría del fútbol en sus años clave.
- Entre dos y tres años: se acepta que no hubo intención, pero no hay pruebas de contaminación o de diligencia extraordinaria.
- Alrededor de dos años o menos: el jugador acredita contaminación o ausencia de culpa significativa con documentación sólida y análisis independientes.
- Sanción inferior a un año: muy poco habitual en sustancias de rendimiento sin exención; exigiría evidencia concluyente de no culpa.
En todos los casos, la defensa intentará que la fecha de inicio del cómputo se sitúe en la suspensión provisional de diciembre de 2024, para que el tiempo ya cumplido cuente a su favor. También es habitual solicitar permisos de entrenamiento individual o periodos de reintegración antes del final del castigo, algo que depende de la letra pequeña de la sanción.
El silencio del club responde a los tiempos del proceso. Por normativa, solo la autoridad antidopaje y las partes pueden comunicar avances. Eso limita la transparencia, pero protege el derecho de defensa. Si hay acuerdo o sanción, se sabrá con una resolución motivada que explique hechos, pruebas y razonamiento del panel.
Queda un punto que los aficionados preguntan siempre: ¿y si fue un error del laboratorio? Los controles incluyen contraanálisis, cadena de custodia y auditorías externas. Los fallos existen, pero son raros. La confirmación del B, en condiciones de laboratorio acreditado, reduce mucho ese margen. La discusión pasa casi siempre del “si” al “por qué” y “en qué condiciones”, que es donde se juega la duración de la sanción.
Mientras tanto, el vestuario del Chelsea sigue sin uno de sus extremos más rápidos y la FA suma un expediente que será observado en toda Europa. Los clubes miran de reojo sus protocolos en periodos de selecciones, los médicos revisan listas de suplementos y la palabra “trazabilidad” vuelve a la primera línea. La lección es vieja pero no pierde vigencia: en el deporte de élite, lo que no está documentado, no existe.
El caso pone un foco incómodo sobre las fronteras del rendimiento y la salud. El meldonium nació para ayudar a corazones enfermos y acabó prohibido porque podía dar ventaja. Entre esos dos extremos se juega hoy el futuro inmediato de un jugador fichado para marcar diferencias y que, de confirmarse el castigo más severo, se perdería sus mejores años competitivos. Lo siguiente será escuchar al panel y, si hace falta, a los árbitros del TAS. Hasta entonces, solo hay preguntas y un calendario que corre.